viernes, 27 de marzo de 2020

AFUERA


   Acompaña cada maldición con su dedo gordo aporreando el timbre del ascensor, con el consiguiente chirrido de la alarma, para su zozobra, sin la misma fuerza de una hora atrás. Nunca antes había permanecido tanto tiempo encerrado en esa caja metálica, hermética, tan aislada del mundo que desmonta los latidos de su celular.
   ¿Es que nadie escucha ese maldito timbre? ¿Qué pasa ahí afuera? Trata de calmarse. Recuerda la voz de la anciana del tercero C, que hace un rato gritó auxilio. Una exageración, pensó. Sólo había que llamar al Servicio Técnico. Supuso que alguien lo habría hecho y que en cualquier momento vendrían a liberarlo, pidiendo disculpas por la demora. De hecho, en un momento escuchó un fuerte ruido metálico, seguido de otro, y pensó que eran ellos. Pero luego nada. Maldice a los técnicos y a todo el consorcio del edificio. ¿Qué mierda pasa ahí afuera?
   Apoya la oreja en la pared metálica. Lo sorprende un rumor difuso que parece provenir de la calle. Las voces van creciendo y lo estremecen. Los gritos de horror pidiendo auxilio. Se pregunta, ahora con miedo, ¿qué pasa ahí afuera?

Eduardo Goldman

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