miércoles, 15 de octubre de 2025

ANTISIONISMO O ANTISEMITISMO

 

    Se dice que el señor Rabión caminaba por la calle Tinogasta, echando espuma por la boca y maldiciendo a viva voz, cuando Dios, que justo pasaba por ahí, se acercó a preguntarle por qué andaba tan enojado. El hombre, al principio sorprendido por tal aparición, respondió que su ira fue desatada al ver a tres sionistas saliendo de una sinagoga.

   “¿Cómo sabes que eran sionistas?”, inquirió Dios.

   “Muy fácil, mi Señor. Eran judíos”, respondió el hombre.

   “ Es que no todos los judíos son sionistas. Sólo los que desean vivir en la sagrada tierra de Israel”

  “Bueno…”, titubeó el hombre, algo avergonzado por su ignorancia en la materia. “Pero son judíos. Por eso los odio. Deberían desaparecer de la faz de la Tierra”.

   “Está bien” aceptó Dios. “Si con eso te cambio el humor, haré desaparecer a los judíos del planeta”.

   “¿En serio? ¿En serio puedes hacer eso?”.

   “Claro. Por algo soy Dios, ¿no? Es más, ya los he borrado de la historia de la humanidad. Es como si nunca hubieran existido”.

   “¡Gracias! ¡Gracias, Dios!”, se entusiasmó el hombre. Pero cuando quiso saltar de alegría cayó al piso. “¿Qué me pasa”, gimió? “¡No puedo mover las piernas!”.

   “Es que al desaparecer los judíos nunca existió el doctor Albert Sabin, descubridor de la vacuna denominada Sabin Oral, contra la poliomielitis. Al no recibir esa vacuna contrajiste esa enfermedad”.

   Y Dios se marchó a otra galaxia para arreglar un entuerto.

   Se dice que todas las tardes el señor Rabión camina por la calle Tinogasta, sostenido de dos muletas y un aparato en su pierna derecha. Siempre entonando el Hava Nagila, con la esperanza de que Dios lo escuche y reconsidere el tema.

Eduardo Goldman

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