-¡Señor,
señor! ¡Venga! ¡Se está ahogando una mujer!
-¿Qué decís,
nene! ¿Cómo que se ahoga una mujer?
-¡Allá, cerca
del muelle! ¡En el agua! ¡Se ahoga!
-¿Dónde?
-¡Venga! ¡Aquí!
¿La ve? ¡Esa que agita los brazos!
-¿La que
grita?
-¡Esa! ¡Yo no
puedo salvarla! ¡No sé nadar!
-Yo nado muy
bien. Fui campeón en los intercolegiales, hace unos cuántos años. Eran otros
tiempos.
-¡Se hunde!
-Esperá que
me saque los zapatos y me tiro.
-Déle, déle
que se ahoga.
-Las medias
también, son nuevas. ¿No sabés cómo se cayó al agua?
-No se cayó.
La tiraron unos tipos mientras prendían velas.
-¿Velas? Ah,
sí. Son del rito Brataviano. Provienen de una cultura antiquísima del Himalaya.
Hace tiempo que se establecieron en esta ciudad.
-¿Se va a tirar o no?
-Pará, pará,
nene. Vos no entendés. Si arrojaron a esa mujer al agua fue cumpliendo con los
preceptos de su religión.
-¡Está
pidiendo socorro! ¿No la escucha?
-Sí, sí. Pero
también escucho la otra campana. Tenemos que respetar la excepcionalidad
cultural.
-¿La qué?
-Los
distintos puntos de vista acerca de lo moral y lo ético. Quiero decir, no podemos
juzgar las acciones de otro grupo cultural bajo nuestros parámetros.
-¡Nos está
puteando mientras se ahoga!
-Más bien
interpreto que está rezando, dando gracias a los dioses por haber sido elegida
para el sacrificio ritual.
-Recién dijo
“viejo de mierda”. Creo que hablaba de usted.
-O es una
forma distinta de dirigirse a la deidad. Mucho más familiar que la nuestra. ¿Lo
ves? A todo eso se le llama relativismo cultural.
-Capaz que
grita para que la salvemos. ¿Quiere que le pregunte?
-Bueno, dale.
Preguntale, así te sacás la duda.
-¡Señoraaaa!!! ¿Me escuchaaaa??? ¿Quiere que la salvemosoooosss???
-No se
escucha bien. Hay mucho viento. ¿Qué contestó?
-Dijo algo
como… glup glup glup…
-¿No ves?
Hasta tienen su propio dialecto. Respetemos eso y dejémosla ahogarse tranquila.
-Bueno.
Gracias, señor.
Eduardo Goldman
(Mi humilde homenaje a las mujeres en su lucha por la liberación)