ELLA: ¿Qué hiciste, flaco? ¡Lo mataste!
EL: ¿A quién?
ELLA: ¿Cómo a quién? ¡A ese tipo! ¡El que está tirado
al lado tuyo!
EL: Ah… ¿Ese? No, no está muerto.
ELLA: ¿Cómo que no? A
ver. (LO EXAMINA) ¡No tiene pulso, no respira y está lleno de sangre! ¡Está
remuerto!
EL: Pucha. ¿Qué le
habrá pasado?
ELLA: ¡Vos sabés lo que
le pasó! ¡Todavía tenés el cuchillo en la mano!
EL: Ah, sí. Es un
cuchillo artesanal. Me lo regalaron para el día del amigo.
ELLA: ¡Dios mío! ¿Por
qué lo mataste?
EL: Yo no lo maté.
ELLA: Pero si tenés el
pantalón salpicado de sangre. ¡Lo acuchillaste!
EL: Lo acuchillé, sí.
Pero eso no quiere decir que lo haya matado.
ELLA: ¿Qué estás
diciendo?
EL: Muy simple. Yo lo
acuchillé, pero la decisión de morirse fue de él.
ELLA: ¡Vas a ir en
cana, flaco!
EL: ¿Por qué? Te digo
que fue su decisión morirse. Es el típico razonamiento burgués. “Si me
acuchillan agarro y me muero, así el otro se siente culpable”.
ELLA: ¿Qué?
EL: ¿Cómo reaccionaría
alguien de nuestro Partido si lo acuchillan? Se va a los barrios pobres a repartir
comida a los chicos, con el cuchillo clavado y todo. ¡Eso es militancia!
ELLA: Flaco… vos
terminás en Devoto. O en el manicomio. A vos te falla la cabeza.
EL: Y a vos te falla
la ideología.
Eduardo Goldman
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