miércoles, 6 de noviembre de 2024

EL SAPO

Nadie conocía su verdadero nombre, lo llamaban Luis Gómez. Aunque para muchos era conocido como el Sapo. Fue la mote que se ganó entre los muchachos del grupo de tareas, porque se especializaba en cocinar prisioneros sobre los resortes metálicos de la cama, aplicando con dedicación unos 220 voltios, de manera intermitente, para lograr que esos cuerpos saltaran como ranas ante la algarabía precisamente de ellos, los muchachos.

Pero la buena época del grupito se acabó con el advenimiento de la democracia. Los que zafaron de la Justicia debieron arreglárselas para conseguir trabajo como sicarios al mejor postor o simplemente dedicarse a la artesanía de la delincuencia, en los bajos fondos de una democracia que se fue olvidando del demos, para establecer una cracia cada vez más de pocos. Pero fue precisamente el Sapo quien habría de demostrar una capacidad enorme para adaptarse a los nuevos tiempos. “Creatividad nunca le faltó”, han dicho muchos de sus viejos colegas en el arte de la malignidad. Y fue así que el Sapo, perdón, ahora el honorable Luis Gómez, encontró la manera más rentable de recrear las habilidades que lo han hecho famoso. Desde hace años se ha dedicado a hacer saltar a la gente en cumpleaños de quince, casamientos y bautismos. Dirige un equipo de disc jockeys cuya misión secreta es potenciar los parlantes a máxima potencia, provocando una verdadera tormenta de decibeles que hacen vibrar las paredes de varios edificios a la redonda, sólo para obligar a que todo el público del salón de fiestas salga a bailar, para que nadie quede aferrándose a una mesa ni para comerse un canapé, para tenerlos a todos en la pista de baile, su nueva parrilla, y en ese frenesí de movimientos originados en una cada vez más deteriorada trompa de Eustaquio, iniciar el camino sagrado de la sordera.

Los clientes de su empresa, por lo general fabricantes de audífonos, lo han distinguido varias veces como el empresario del año.


Eduardo Goldman 

viernes, 3 de mayo de 2024

UNA GUITARRA DE CONTRABANDO


              UNA GUITARRA DE CONTRABANDO

                                                                        de Eduardo Goldman

 

                                   SOBRE EL AUTOR

Eduardo Goldman es licenciado en psicología, escritor, dramaturgo y compositor.

Ha publicado seis novelas:

La risa triste del vampiro (Editorial Revólver, Buenos Aires, 2023)

Titanic City (Aquitania Siglo XXI, México, 2021)

Como perro que aúlla en la oscuridad (Huso Editorial, Madrid, 2019)

El último chiste del Gran Jacobi (Huso Editorial, Madrid, 2018/ Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2008)

Ni siquiera nos queda París (Extremo Negro, Buenos Aires, 2014)

Adiós héroe americano (Extremo Negro, Buenos Aires, 2010). Acaba de aparecer la versión en inglés de esta novela para el mercado norteamericano: Goodbye, American Hero (Aquitania Siglo XXI, México, 2022)

También libros de humor como: Teléfonos Pinchados (Al fondo a la derecha), Diccionario Sendra-Goldman de psicología cotidiana (Perfil), Todo lo que usted siempre creyó saber acerca del sexo (y en realidad no sabía ni medio) (Ediciones de La Flor), Cómo ser intendente y no morirse de angustia (Torres Agüero), Ni loco vuelvo a ser presidente (Puntosur), y otros. Además, un libro de cuentos: El crimen no debe pagar (Gogol).

Su comedia dramática El patio de mi vecino obtuvo el primer premio de la Fundación Banco Caseros (1984).

Sus comedias infantiles El bosque de los villanos y La princesa Clodovea, petisa y matadragones fueron nominadas en 2018 y 2019 para los premios Hugo Federales.

Participó en antologías como El origen del mundo (España), Juramento Negro (España, Argentina), Los Bárbaros-New York (USA), M.M. (España).

Ha colaborado con artículos y cuentos en diversos medios de la Argentina, México, Perú, USA e Inglaterra. También en programas de televisión. Sus canciones infantiles han sido grabadas en Argentina y España (Cantajuegos).

Eduardo Goldman  

goldman.eduardo@gmail.com

@goldman.eduardo

 

 

PERSONAJES

 

STEPHAN (25 – 28 años)

SASHA (16 – 18 años)

LENA (20 – 24 años)

ALEMÁN (25 – 28 años)

ZALMAN (25 - 35 años)

GUERRILLERO (25 – 30 años)

 


PRIMERA PARTE

ESCENARIO A OSCURAS. SE OYE UNA GUITARRA QUE ESTÁ SIENDO AFINADA. LA GUITARRA CESA. LUEGO LA VOZ EN OFF DE UN RELATOR.

RELATOR: Tras la invasión a Polonia, los nazis confinaron a la población judía dentro de una estrecha zona rodeada de muros, en el centro de Varsovia. Durante los tres años siguientes, cuatrocientas mil personas fueron condenadas a morir por hambre, enfermedades, fusilamientos y deportaciones a campos de exterminio. Este horror fue conocido como el gueto de Varsovia.

SE OYE NUEVAMENTE LA GUITARRA. SE VA ILUMINANDO LA ESCENA. UN CUARTO MISERABLE, DOS COLCHONES ALGO ROTOS EN EL PISO. UNA MESA SUCIA CON ALGUNAS TAZAS Y PLATOS. UN PAR DE SILLAS. LAS PAREDES MUY DETERIORADAS. AL FONDO UNA SALIDA A LA QUE LE FALTA LA PUERTA. AL COSTADO, EL BAÑO; EN LUGAR DE PUERTA HAY UNA TELA RAIDA COMO CORTINA.

STEPHAN VISTE UN SOBRETODO VIEJO Y ROTOSO. TIENE EN SU BRAZO UN BRAZALETE CON LA ESTRELLA DE DAVID. ESTÁ SENTADO EN UNO DE LOS COLCHONES AFINANDO UNA VIEJA GUITARRA. SE DETIENE PARA REFREGARSE LAS MANOS Y ECHARLES SU ALIENTO, POR EL FRIO. TRATA DE SEGUIR AFINANDO PERO NO PUEDE. SE PONE DE PIE Y TRATA DE ENTRAR EN CALOR DANDO SALTITOS.

ENTRA SASHA ABRIGADO CON UN SACO MISERABLE. TAMBIEN TIENE UN BRAZALETE. TRAE UN BALDE DE LATA LLENO DE AGUA, LO DEJA EN EL PISO Y SE REFRIEGA LAS MANOS.

SASHA: Traje nieve... (MIRA EL BALDE) Está casi derretida. ¿Querés un poco de agua?

STEPHAN: ¿Agua fría? ¿Vos pensás que puedo tener ganas de tomar agua fría?

SASHA: Si querés voy buscar unas maderas, para hacer fuego. Tengo escondido algo de té.

STEPHAN: Ya no lo aguanto, Sasha. No resisto un día más en este infierno. (LO MIRA) ¿Lo viste a Salluzi?

SASHA: (TENSO) No. No lo vi.

STEPHAN: ¿Seguro que no lo viste? Ya debía estar aquí. Hace dos semanas que debía estar aquí. No sé qué lo demora tanto.

SASHA: Stephan…

STEPHAN: ¿Qué?

SASHA DUDA, DECIDE CALLAR.

SASHA: Nada. No lo vi.

STEPHAN: Me está volviendo loco esta espera.

SASHA: ¿Te dije que me encontré con el rabino Lerner?

STEPHAN: Le di todas las monedas que tenía. Las que pude juntar.

SASHA: ¿Al rabino Lerner?

STEPHAN: ¿Qué rabino?

SASHA: Lerner. El único al que todavía no mataron.

STEPHAN: ¡A Salluzi! ¡A él le di las monedas!

SASHA: Pronto va a ser mi cumpleaños, y el rabino va a organizar mi barmitzvá. Hasta prometió que me harían una torta.

STEPHAN: ¿De qué estás hablando, Sasha? Tu cumpleaños es en octubre, y vas a cumplir dieciséis.

SASHA: Es que… le dije al rabino que cumplía trece.

STEPHAN: ¿Y te creyó?

SASHA: Desde que le rompieron los lentes no ve casi nada. Y yo quiero mi barmitzvá, Stephan. Allá en mi pueblo no me lo festejaron porque justo murió mi abuela Rufke, después tampoco porque nos mudamos a un pueblito de Polonia, y al poco tiempo entraron los alemanes. Le mentí al rabino. Tres años le mentí, no es mucho. ¿O lo es? (PREOCUPADO) ¿Voy a ir al infierno por esa mentira, Stephan?

STEPHAN: Ya estamos en el infierno. Podés mentir todo lo que quieras.

TOMA LA GUITARRA Y PUNTEA. SASHA SE SIENTA JUNTO A ÉL

SASHA: Te encanta esa guitarra, ¿verdad?

STEPHAN: Sí.

SASHA: Es muy linda, y además suena muy bien.

STEPHAN: ¿Vas a empezar de nuevo?

SASHA: ¿A qué?

STEPHAN: A decirme por milésima vez que la encontraste tirada en la calle, en plena nieve, y que lo primero que pensaste fue en traérmela. Y se supone que yo deba estar por milésima vez agradecido.

SASHA: No, no. Fue un comentario nomás. (PAUSA) Pero la guitarra suena bien, ¿no? (STEPHAN NO LE RESPONDE, SIGUE TOCANDO. SASHA INSISTE) Muy bien suena. (STEPHAN LO IGNORA. SASHA SE INCORPORA, MOLESTO) ¡Aunque no te sirva para nada!

STEPHAN DEJA DE TOCAR.

STEPHAN: ¿Cómo para nada?

SASHA: Te pasás las horas tocando en la puerta de calle, muriéndote de frío. ¿Y todo para qué?

STEPHAN SACA DOS MONEDAS DE SU BOLSILLO, SE LAS MUESTRA.

STEPHAN: Para esto, Sasha. Monedas. Monedas que me da la gente agradeciendo mi música. Con esto comemos, ¿no?

SASHA: Eso no es comer. (SE MIRA LA PANZA) Es estar a dieta.

STEPHAN: No te quejes. Muchos mueren de hambre en el gueto.

SASHA: ¡Si no morimos de hambre… es porque yo también traigo dinero!

STEPHAN: Y me gustaría saber de dónde.

SASHA: (TENSO) Ya… ya te dije. Ayudo a las personas a cargar sus bultos de un lado al otro del puente, sobre todo a los viejitos.

STEPHAN VUELVE A PUNTEAR  LAS CUERDAS.

STEPHAN: ¿Estás seguro, Sasha? ¿No me estarás mintiendo?

SASHA: No, ¿por qué iba a mentirte?

STEPHAN: Sabés muy bien por qué. Sería una locura que volvieras a lo mismo. Un suicidio. Decime la verdad, ¿volviste?

SASHA: ¡No! ¡Ya no! ¡Basta! ¡Shoin!

STEPHAN DESAFINA RUIDOSAMENTE. LO MIRA.

STEPHAN: ¿Qué dijiste?

SASHA: (SE LLEVA LA MANO A LA BOCA) Uy, perdón. No me di cuenta.

STEPHAN: (MOLESTO) ¿Es que no aprendés más?

SASHA: Perdón, en serio. No quise decir shoin.

STEPHAN: ¡Otra vez!!!

SASHA: Uy… Lo siento mucho, Stephan. Se me escapó.

STEPHAN: ¿Se te escapó? ¿Y qué pasa si se te escapa allá, del otro lado? ¿Ehhh??? ¿Qué pasa???

SASHA: (CON FASTIDIO) Bueno… fue una vez… Dos… No es para tanto… Ni que hubiera matado a alguien… (ELEVA LAS MANOS) ¡Oi vei! (Y SE TAPA LA BOCA CON LAS DOS MANOS)

STEPHAN: ¡Otra vez!!! ¡Lo hiciste de nuevo!!! ¿Te estás burlando de mí???

SASHA: N…no… ¿Cómo me voy a burlar? Perdoname… Te juro que…

STEPHAN: ¡No me jures nada! (SE INCORPORA NERVIOSO, SE PASEA) Empiezo a pensar que es un riesgo llevarte.

SASHA: ¿De qué hablás? ¿Cómo que soy un riesgo? Soy tu hermano. Bueno, tu hermano de mentira, pero hermano. ¿O no? Acordate de lo que le prometiste a…

STEPHAN: ¡Ya sé lo que le prometí! ¡Maldita la hora en que se lo prometí! (SE ACERCA A SASHA) Empecemos de nuevo. A ver si se te mete en esa alcachofa que tenés por cabeza. ¿En qué idioma hablamos nosotros?

SASHA: En alemán.

STEPHAN: Bien. ¿Y en qué idioma tenemos que hablar siempre?

SASHA: En alemán.

STEPHAN: ¿Y si nos duele la cabeza? ¿Cómo nos lamentamos?

SASHA: Ufff… en alemán.

STEPHAN: ¿Y si nos da por putear a alguien?

SASHA: Sí. Sí. ¡Sí! ¡En alemán… ya sé!

STEPHAN: ¡Entonces decime por qué mierda siempre metés alguna palabra en… (CON ASCO) en yiddish!

SASHA: Te juro que no se me escapa más.

STEPHAN: ¡La última vez también lo juraste!

SASHA: Bueno… basta. ¡Basta! Para vos es fácil, porque naciste en Alemania. Pero yo soy de Minsk. Yo hablaba ruso con mis compañeros de escuela.

STEPHAN: ¡Me lo dijiste un millón de veces!

SASHA: Pero en casa papá y mamá nos hablaban en yiddish... Y mis abuelos también nos hablaban en yiddish… Y mi tío Jacob…

STEPHAN: ¡Y tu tía Rebeca! ¡Y el novio de tu tía! ¿Otra vez vas a contarme la historia de tu vida?

SASHA: Tengo trece años. Es una historia corta.

STEPHAN: Tenés quince años.

SASHA: Shhhh… Que no te escuche el rabino Lerner… va a organizar mi barmitzvá, ¿te lo dije? Con una torta de chocolate y papelitos de colores… (LO MIRA) Stephan… Vos… ¿tuviste tu barmitzvá?

STEPHAN: (SUSPIRA CANSADO) Sashita… ¿Por qué no salís a dar una vuelta? Aprovechá este poco de sol que es lo único que no nos quitaron, todavía.

SASHA: No quiero aparecer a esta hora en la calle. Ese policía judío, Kleinman, me la tiene jurada desde que dejé de pasarle soborno.

SASHA SE DA CUENTA DE QUE METIO LA PATA Y SE TAPA LA BOCA.

STEPHAN: (DEJA A UN LADO LA GUITARRA) ¿Qué dijiste?

SASHA: Nada… No dije nada…

STEPHAN: ¡Te prohibí que siguieras con el contrabando! ¡Te lo prohibí! ¡Decime que ya no lo hacés!

SASHA: No... Ya no... (TRAGA SALIVA) Casi...

STEPHAN: Lo sabía. ¡Lo sabía!!! ¡Me mentiste!!!

SASHA: Y… un poquito.

STEPHAN: ¿Un poquito??? ¿Sos idiota o qué??? ¡Sé de chicos menores que vos… cazados por los alemanes cuando cruzaban al lado ario! ¡Los fusilaron de inmediato!

SASHA: Eso nunca me va a pasar. Siempre doy parte de lo que traigo a los SS.

STEPHAN: (HORRORIZADO) ¿Qué???

SASHA: Son fáciles de sobornar… igual que la policía judía.

STEPHAN: ¡Sasha! ¡Tu padre me pidió que cuidara de vos... y yo prometí hacerlo! ¡No hagas que falte a mi palabra!

SASHA: Es sólo el pan para la señora Goldberg. Ella está sola. Si no le consigo el pan… se muere de hambre.

STEPHAN: Hay miles en el gueto que mueren de hambre. ¡No podés traer pan para todos!

SASHA: Sólo a la señora Goldberg. Ella siempre fue muy buena conmigo. No puedo dejar que se muera. Además, ya no cruzo al lado ario. Lo arreglé con unos polacos cristianos. Al anochecer voy hasta el muro y arrojo dinero al otro lado... ellos me tiran una bolsa con paquetes de cigarrillos.

STEPHAN: ¿Cigarrillos? ¡Dijiste que era pan!

SASHA: Tengo que vender los cigarrillos en el gueto... para juntar dinero... ¿sino cómo querés que compre el pan?

STEPHAN: ¡No quiero que compres nada! ¡Dios mío, Sasha ! ¡Van a agarrarte! ¡Y no creas que voy a mover un solo dedo por vos!

SASHA: Nunca me van a agarrar. Y si lo hacen, les dejo todos los cigarrillos y listo. No les importa. Hay quienes contrabandean armas y eso es más peligroso.

STEPHAN: ¿Armas?

SASHA: Para la Resistencia. Te lo dije. Corre la voz de que están preparándose.

STEPHAN: Estúpidos. ¿Creen que pueden enfrentar a los alemanes? ¿Van a luchar contra los tanques, los aviones? ¿Sabés cómo van a terminar? Cantando salmos mientras caminan hacia una cámara de gas, tal como dijo ese tipo que vino escapando de... de...

SASHA: Treblinka.

STEPHAN: Peor que el infierno según dicen.

SE ESCUCHAN GRITOS QUE VIENEN DE LA CALLE. “¡HALT! ¡HALT!”. LUEGO EL GRITO DE UN DESESPERADO “¡NOOOOO!”. Y VARIOS DISPAROS. LUEGO SILENCIO. SASHA Y STEPHAN ESCUCHAN SOBRECOGIDOS.

SASHA: ¿A quién le habrá tocado hoy?

STEPHAN: (SE ENCOGE DE HOMBROS) Un afortunado que ya no sufre.

RECOGE EL BALDE DE LATA LLENO DE AGUA Y ENTRA AL BAÑO. SASHA SE ACERCA A LA ENTRADA DEL MISMO Y SIGUE HABLANDOLE, MUY ANSIOSO.

SASHA: Esos viejos del Consejo Judío dicen que lo de Treblinka es una mentira, que no hay razón para que nos maten si pueden usarnos para trabajar. Que nos necesitan. Que no podrían ganar la guerra sin nuestra ayuda. (PAUSA) Los alemanes prometieron un campo de trabajo... con casas y comida para todos. Jardines y un pequeño bosque. Hasta una cancha de futbol. Pero no les creo. Ya casi nadie les cree. Cada vez se llevan más gente a la Umschlagplatz... y de ahí a un tren, como ganado… Nadie sabe a dónde van. A Treblinka, dicen algunos. ¿Me escuchás, Stephan?

SE ESCUCHA EL BALDAZO DE AGUA EN EL INODORO. STEPHAN SALE TERMINANDO DE ABROCHARSE LA BRAGUETA.

SASHA: ¿Me escuchás?

STEPHAN: No dejé de escucharte en todo el maldito día. (SE SIENTA Y AGARRA LA GUITARRA)

SASHA: ¿Qué? ¿Vas a quedarte ahí sentado? ¿Sin hacer nada?

STEPHAN: Estoy tratando de afinar mi guitarra. Es lo mejor que puedo hacer, y lo único.

SASHA: No te enojes, Stephan. Pero es que… a veces te veo murmurar… como si estuvieras en otra parte. (SE ANGUSTIA) Me das miedo. Ya vi a muchos como vos. Casi no hablan con nadie, y se encierran a morir donde no se los moleste. Si te morís… vas a faltar a la palabra que le diste a mi padre. No quiero quedarme solo. Ya perdí demasiado.

STEPHAN LE PALMEA AFECTUOSAMENTE EL HOMBRO.

STEPHAN: No vas a quedarte solo. Aún tengo una buena razón para vivir.

SASHA: Lo sé. Yo.

STEPHAN: Sí, sí, por supuesto... Y Lena.

SASHA: (DECEPCIONADO) Ah, Lena.

STEPHAN: ¿No es una broma del destino haber encontrado el amor en pleno gueto de Varsovia? ¿En este basural donde la única liberación posible es la muerte?

SASHA: No hables así. La odio.

STEPHAN: ¿A la muerte?

SASHA: A Lena. Desde que apareció perdiste la alegría.

STEPHAN: ¿Alegría? ¿Cómo querés que esté alegre? Casi no la veo desde que su madre enfermó. Le pedí que se cuidara, podría ser contagioso.

SASHA: ¿Te acordás de los partidos de futbol en el zaguán? Jugábamos con una pelota de papel hasta caer rendidos, y después devorábamos el guiso caliente que preparaba la señora Kovack. Todo era distinto.

STEPHAN: Claro que era distinto. En primer lugar, la señora Kovack aun no había sido arreada hasta la estación, rumbo a quien sabe dónde. En segundo lugar... yo trabajaba en el gueto menor, en ese Café de la calle Leszno (SUENA COMO FONDO MUSICA DE JAZZ, UNA GUITARRA ACOMPAÑANDO EL RELATO. UN FOCO DE LUZ ROJIZA ILUMINA A STEPHAN). Podía sentirme vivo cada noche tocando jazz con la banda de Feldman, recibiendo aplausos, y sobre todo, billetes. Una vez logré que Lena fuera a escucharme... y ese día toqué mejor que nunca. Estaba tan orgullosa de mí. (SUSPIRA) No, Sasha. Perdí la alegría cuando los nazis decidieron cerrar el Café Sztuka (SE CORTA LA MUSICA Y SE APAGA EL FOCO), con la misma facilidad que le permitieron funcionar. Y tuve suerte de traerme al menos mi guitarra. (MIRA LA GUITARRA, LA ACARICIA) Me cuesta creer que alguien la haya abandonado en la nieve. (LO MIRA) ¿Fue así?

SASHA: La verdad es que… no la encontré en la nieve. Yo… La entré de contrabando al gueto.

STEPHAN: Debí imaginármelo.

SASHA: Pagué mucho por ella. Quise dártela para tu cumpleaños.

STEPHAN: Lo sé... Lo sé... Y no dejo de agradecértelo. Pero…

SASHA: Entonces tocá para mí. Una canción bielorrusa, como las que escuchaba en Minsk.

STEPHAN: No conozco canciones de Minsk. (IRONICO) ¿Por qué no sobornas a un guardia bielorruso para que te la cante?

SASHA: (LO MIRA) Cantá vos, en yiddish.

STEPHAN: ¡Y dale con el yiddish! ¡Tenés una enfermedad con el yiddish! ¡Te parecés tan endemoniadamente a Paul!

SASHA: ¿Paul?

STEPHAN: Mi estúpido hermano. Él también estaba obsesionado con hacerme cantar en yiddish.

SASHA: Te envidio. Yo no tuve hermano. Sólo una hermanita menor que se llevaba la atención de papá.

STEPHAN: “Te avergonzás de ser judío”, solía decir. Y lo disfrutaba, porque yo lo veía aguantar la risa cuando se empeñaba en hacerme cantar… esa canción.

SASHA: ¿Qué canción?

STEPHAN: No importa.

SASHA: Vamos, ¿qué canción?

STEPHAN: ¿Por qué sos tan pesado?

SASHA: ¿Qué canción? ¿Qué canción? ¿Qué canción?

STEPHAN: (GRITA) ¡Ay, Dios!

SASHA BAJA LA CABEZA. STEPHAN SUSPIRA RESIGNADO.

STEPHAN: Está bien. “Bei mir bist du schön".

SASHA: (DECEPCIONADO) Eso es alemán. Creí que era una canción judía.

STEPHAN: Era una canción muy popular en su versión alemana, hasta que los nazis descubrieron que la letra original es en yiddish. Y la prohibieron.

SASHA: ¿En yiddish? Entonces se llama… Bai Mir Bistu Shein.

STEPHAN: Schön.

SASHA: Shein. En yiddish es... shein.

STEPHAN SE ENCOGE DE HOMBROS Y EMPIEZA A PUNTEAR EN LA GUITARRA LA MELODÍA DE LA CANCIÓN.

STEPHAN: También hubo una versión en inglés. Se bailaba al ritmo de swing.

SASHA: ¿Swing? ¿Qué es eso?

STEPHAN: Swing... ya sabés... Benny Goodman... ¿No oíste hablar del gran Benny Goodman?

SASHA: N... no... ¿Es un rabino?

STEPHAN: ¿Vivías en Minsk o en una caja de zapatos? Hablo del rey del swing. Todo el mundo conoce a... Bueno, no importa.

SASHA: (ENTUSIASMADO) Quiero escucharla.

STEPHAN: Comprate un disco.

SASHA: A vos. Cantala, Stephan. En yiddish.

STEPHAN: Dije que no.

SASHA: Por favor... Cantala. Mi madre me cantaba en yiddish.

STEPHAN: ¡Pero yo no soy tu madre! ¡Y jamás voy a cantar en ese maldito dialecto!

SASHA: (TRISTE) Oí a un SS decir lo mismo. Maldito dialecto.

STEPHAN SE QUEDA MIRANDOLO, TURBADO. SE LEVANTA

STEPHAN: ¡Lo lograste! ¡Lograste que perdiera la paciencia!

SASHA: ¿A dónde vas?

STEPAHN: (IRONICO) Al cine, hoy dan una de Leni Riefenstahl. (EXPLOTA) ¡No hagas preguntas estúpidas! ¡Voy a la alcantarilla!

SASHA: ¿Otra vez? ¿A esperar a ese tipo? No va a venir.

STEPHAN: Sí va a venir.

SASHA: Seguro que no. Ya tomó el poco dinero que tenías. Te estafó.

STEPHAN: ¡No me estafó! Salluzi nos va a conseguir un buen lugar al otro lado del muro.

SASHA: Stephan…

STEPHAN: Vamos a vivir felices, como buenos cristianos. No tenemos rasgos semitas, me lo dijo Salluzi. Yo luzco bien alemán, también Lena, aunque es checa. Y vos tampoco parecés judío, siempre que no hables. Tenés acento yiddish.

SASHA: Pero, Stephan…

STEPHAN: Lena será mi esposa, y vos… mi hermanito mudo.

SASHA: (LE CUESTA, PERO SE ANIMA) Conozco a alguien de la Resistencia Polaca, me dijo que hay muchos estafadores como Salluzi, si es que se llama así. Se aprovechan de los judíos.

STEPHAN: ¡No quiero escuchar más tonterías!

SASHA: Pero… Stephan… Ya va a hacer un mes que lo estás esperando. Y él te dijo que…

STEPHAN: ¡Que vendría por nosotros en cuanto pudiera! ¡Vendrá! ¡Tiene que venir! 

EMPIEZA A ESCUCHARSE RUIDO DE BOTAS ACERCANDOSE EN LA CALLE. SOLDADOS QUE MARCHAN. STEPHAN Y SASHA PARALIZADOS.

SASHA: ¡Te lo dije! ¡Te lo dije! ¡Nos denunció!

STEPHAN: Shhh… ¡Bajá la voz!

SASHA: (VOZ BAJA) ¡Salluzi! ¡Seguro que nos denunció!

QUEDAN MIRANDOSE, TENSOS. LAS BOTAS SE ALEJAN.

STEPHAN: ¿Ves? ¿Ves que estás loco? Desconfiás hasta de tu sombra.

SASHA: Está bien, no nos denunció. (PAUSA) Todavía. Pero vas a ver. Nunca me gustó ese tipo. Se relamía al agarrar las monedas. Te engañó.

STEPHAN: ¿Pensás que soy un estúpido? ¿Te creés que un mocoso como vos me puede enseñar algo sobre la miseria humana?

SASHA: No es eso.

STEPHAN: ¡Yo sé lo que es la mentira, Sasha! ¡Yo vi la sonrisa cálida del oficial de la Gestapo cuando decía que no me preocupara, que mi familia y yo debíamos acompañarlo a la seccional para ser identificados, que esa misma noche volveríamos a casa! También sonreían cuando esa misma noche nos encerraron junto con… no sé… trescientas o cuatrocientas personas… Y al otro día, sonreían más amables que nunca mientras nos cargaban en un tren, sin agua ni retrete, sin abrigo, sin nada para comer.

SASHA: Tuviste suerte. Con mi familia pasó lo mismo, pero no sonreían. Gritaban: ¡Rauss, juden, rauss!!! A mi padre lo molieron a palos… antes de robarse todo lo que teníamos.

STEPHAN: Lo sé, ya me lo contaste.

SASHA: No te conté lo de la estación. Ahí esperamos muchas horas a que nos dijeran qué hacer. A veces… los alemanes le disparaban a alguien de la fila. El estampido me asustaba. Entonces me agarraba del brazo de mi padre. Él nunca dejó de acariciarme la cabeza.

STEPHAN: Tu padre fue un gran hombre, Sasha. Él me recogió de las calles del gueto y me trajo a esta casa… para curarme las heridas…

SASHA: Nunca lo había visto llorar, hasta ese día. Cuando nos empujaban para subir al tren… mi madre se acercó a un oficial de las SS… y le preguntó a dónde nos llevaban. El oficial bajó el papel que estaba leyendo… la miró, muy tranquilo. Pensé que iba a contestarle… pero no… sacó su arma… la puso en la boca de mamá… adentro de la boca… (MUY ANGUSTIADO) Y entonces… Entonces…

DE PRONTO EMPIEZA A JADEAR CADA VEZ MAS FUERTE.

STEPHAN: ¿Qué… qué te pasa?

LA BOCA DE SASHA SE ABRE DESMESURADAMENTE. PARECE AHOGARSE.

STEPHAN: ¡Por Dios!!! ¡Sasha!!!

SASHA SE TOMA EL PECHO, ESTÁ POR CAER. STEPHAN LO AGARRA.

STEPHAN: ¡Sasha!!!

SE VAN APAGANDO LAS LUCES.

 

SEGUNDA PARTE

DE A POCO SE ABREN LAS LUCES. NADIE. DE PRONTO ENTRA DE CALLE STEPHAN, EXCITADO (LLEVA PUESTOS GUANTES ALGO ROTOS).

STEPHAN: ¡Sasha! (SE SACA LOS GUANTES Y ECHA ALIENTO A LAS MANOS. TACONEA UN POCO PARA QUITARSE EL FRIO) ¡Sasha! ¿Dónde estás? (MIRA EN EL BAÑO) Pero… ¿dónde te metiste? (SE QUEDA DURO) ¡Ay, Dios! ¡Que no se lo hayan llevado! (GRITA) ¡Sasha! ¿Dónde mierda estás, Sasha? (VA GRITANDO HACIA LA PUERTA DE CALLE) ¡Sashaaaa!

STEPHAN: ¡Sasha! ¡Vas a matarme del susto! ¿Se puede saber a dónde fuiste???

SASHA: (MUY NERVIOSO) A… vender mis cigarrillos.

STEPHAN: ¿A vender tus…? Pero… ¿se te derritió el cerebro? ¡Te dije que no salieras, no después de ese ahogo que sufriste!

SASHA: Eso fue hace dos días, Stephan.

STEPHAN: ¡Dos días no es nada! ¡Estás débil! ¡Tenés que descansar! Es lo que habría dicho el doctor Steinberg, si lo hubiese encontrado.

SASHA: Estoy bien. (LO PIENSA) No, no. Estoy mal.

STEPHAN: Decidite. ¿Qué pasa? ¿Sentís que… te va a dar de nuevo? ¿Otro ataque?

SASHA: No es eso, Stephan. Pasa que… (SILENCIO)

STEPHAN: (ANSIOSO) ¿Qué cosa?

SASHA: Esperá, voy al baño.

STEPHAN: Pero…

SASHA ENTRA AL BAÑO. STEPHAN SE ACERCA A LA PUERTA DEL BAÑO (ESTÁ LA CORTINA CERRADA). SE CRUZA DE BRAZOS.

STEPHAN: ¿Vas a contarme o qué? (PAUSA) Vamos, decí algo. (PAUSA) ¡Sasha! ¡Hablá de una vez! (PAUSA) ¿Todavía estás vivo?

RUIDO DE BALDAZO EN EL INODORO.

STEPHAN: (MURMURA) Está vivo.

LUEGO DE UNOS SEGUNDOS, SASHA SALE PREOCUPADO.

STEPHAN: ¿Y ahora me vas decir qué mierda te pasa?

SASHA: Fui hasta el muro de la calle Kozla, a verme con un contacto.

STEPHAN: (MOLESTO) ¡Mejor ni me lo digas! ¡No quiero saber!

SASHA: Espié al otro lado del muro… y lo vi, Stephan. Lo vi.

STEPHAN: ¿Viste qué?

SASHA: Lo que están por hacer. Hay muchos guardias… y soldados...

STEPHAN: ¿Y qué? Siempre están ahí. Son los que evitan que vayamos de vacaciones a una playa de La Riviera.

SASHA: No entendés. No entendés nada. Es un ejército de guardias, y están en formación, como para un desfile. Un oficial alemán pasaba revista. Parece que están esperando la orden.

STEPHAN: (DESCREIDO) ¿Orden para qué?

SASHA: (LO MIRA) Para entrar. Van hacer lo del año pasado, eso que llaman “la gran acción”. Vienen por todos nosotros.

STEPHAN: Ya se agruparon antes y al final no pasó nada.

SASHA: Esta vez sí. Es lo que se comenta en todo el gueto.

STEPHAN: Habladurías. La gente necesita divulgar rumores. A falta de pan, con algo deben ocupar la boca.

SASHA: Todos dicen que los alemanes de pronto se volvieron amables, que hasta frenaron los fusilamientos en las calles. Ofrecen comida a quienes vayan voluntariamente a la Unchasplatz. Van a acabar con el gueto, Stephan.

STEPHAN: Vamos, tranquilo. Pase lo que pase vos y yo estamos a salvo.

SASHA: ¿A salvo?

STEPHAN SACA DOS TARJETAS DE SU BOLSILLO.

STEPHAN: ¿Sabés lo que es esto? (RIE) Al final te hice caso, Sasha. Salí a buscar un empleo. Por pura casualidad, me encontré en la calle con Feldman, ya te conté de él, era el director de la banda de jazz donde yo tocaba.

SASHA: ¿Y eso qué importa? ¡Tenemos que hacer algo! ¡Unirnos a la Resistencia!

STEPHAN: ¿Querés cerrar esa bocaza y escuchar? Ahora Feldman es uno de los capataces judíos en una fábrica de armamento, fuera del gueto. Le pedí trabajo para vos y para mí. ¡Y aceptó!

SASHA: ¿Aceptó qué? ¿De qué estás hablando?

STEPHAN: ¡De la vida, Sasha! ¡Estas tarjetas de trabajo son el pasaporte a la vida! Los alemanes no molestan a los que trabajan en fábricas alemanas. Por eso estoy tan tranquilo por Lena. La fábrica de cepillos que la emplea es de las más seguras. (LE MUESTRA LAS TARJETAS) Miralas, y sentite afortunado.

SASHA TOMA LAS TARJETAS Y LAS MIRA.

SASHA: ¿El pasaporte a la vida?

STEPHAN: Exacto. Mañana nos levantamos bien temprano para unirnos a los demás operarios. Los SS nos van a escoltar hasta el lado cristiano, y después todo el trayecto hasta la fábrica de armas.

SASHA: No entiendo… ¿Qué fábrica?

STEPHAN: Imaginate salir por unas cuantas horas de esta ratonera. Quizás podamos comprar comida allá afuera, ¿eh? (ESPERANZADO) Y hasta puede que Salluzi trate de buscarme.

SASHA: Stephan… ¿dijiste fábrica de armas?

STEPHAN: Sí, sí. De Walter Többens, creo que me dijo.

SASHA: ¿Armas… para los alemanes?

STEPHAN: No ha de ser para los zulúes. La fábrica es alemana, Sasha. Trabajaríamos para ellos.

SASHA: A ver si te entiendo. ¿Vamos a fabricar las armas con las que van a matarnos?

STEPHAN QUEDA CON LA BOCA ABIERTA.

STEPHAN: (REACCIONA) No, no van a matarnos. Si lo hicieran, no tendrían quien fabricara las armas. Y ellos las necesitan con urgencia en el frente ruso.

SASHA: Es que yo quiero que los rusos le ganen a Hitler.

STEPHAN: Yo también

SASHA: Entonces… ¿por qué vamos a fabricar armas para matar rusos?

STEPHAN: ¡Dejate de joder! Bastante me costó conseguir la tarjeta para vos. Feldman quería darme sólo una. Tuve que convencerlo de que serías útil. Así que mañana venís conmigo a la fábrica.

SASHA: No.

STEPHAN: ¿No qué?

SASHA: Que no voy. (Y LE DEVUELVE LAS TARJETAS)

STEPHAN: ¿A dónde no vas?

SASHA: A esa fábrica. Yo no trabajo ahí.

STEPHAN: No seas estúpido. ¿Sabés lo que pagaría cualquiera en el gueto por una tarjeta como ésta? ¿Y vos, desagradecido, me venís con que no vas?

SASHA: Yo no trabajo para ellos. ¿Nunca viste cómo se divierten los SS?

STEPHAN: ¿Y eso a qué viene?

SASHA: Salen de cacería. Van en sus coches por el gueto y disparan a todos los que aparecen en su camino, sin motivo, por deporte. A veces toman una casa entera para matar a los que la ocupan. Los vi disparar a una madre con sus chiquitos, en la panza, y en la boca… en la…

SASHA SUFRE UN BREVE AHOGO, NO TAN FUERTE COMO ANTES.

STEPHAN: ¡Sasha! ¡Ay, no! ¡Tranquilo! Si te da otro ataque no sabría qué hacer.

SASHA: En Minsk… no teníamos medicinas… Eran muy caras.

STEPHAN: ¿Y cómo hacían con tus ataques? 

SASHA: Cuando papá veía que estaba por darme un ahogo, me tomaba entre sus brazos y contaba un cuento. Así me curaba.

STEPHAN: ¿Con un cuento?

SASHA: Vos podrías hacer lo mismo.

STEPHAN: ¿Yo? No. Yo no sé nada de cuentos.

SASHA: Alguno tenés que conocer. Seguro que tu papá te contaba muchos.

STEPHAN: Mi padre era médico en Berlín, llegaba siempre tarde a casa. Y mi madre era enfermera. No, en casa no había tiempo para cuentos.

SASHA: Entonces inventá uno, para mí.

STEPHAN: ¿Por qué habría de inventar un maldito cuento? Ya estás grande para eso.

SASHA: Pero sigo triste. No puedo dejar de pensar en mi mamá. Tengo miedo. (OTRO BREVE AHOGO)

STEPHAN: (ALARMADO) No, no. Esperá. Calmate, por favor. (PIENSA RAPIDO) ¡Mirá! (Y EMPIEZA A HACER FINTAS DE BOXEADOR, CON SALTITOS Y GOLPES AL AIRE) ¡Mirame!

SASHA: (LO MIRA) ¿Qué hacés?

STEPHAN: ¿Sabías que en Alemania fui campeón de box?

SASHA: ¿En serio? ¿De box? ¿Fuiste campeón del mundo?

STEPHAN: Sólo de mi colegio.

SASHA: ¿Y les pegabas a tus rivales?

STEPHAN: De eso se trata el box. Les pegás o te pegan. Yo era el campeón. ¿Sabés? En cuanto subía al ring las chicas se volvían locas, y mis compañeros de curso me aclamaban. Yo era conocido como Kid Django.

SASHA: ¿Kid Django?

STEPHAN: Así me hice llamar, por el gran Django Reinhard.

SASHA: ¿Quién?

STEPHAN: No importa. Fui campeón dos años seguidos, hasta que me gradué. Todos decían que tenía un gran futuro en el box, comparaban mi cross de derecha con el de Max Schmeling.

SASHA: ¡Eso es fantástico, Stephan! ¡Qué bueno debiste ser! (LO MIRA) ¿Quién es Max Schmeling?

STEPHAN: ¿Existía algo parecido a una radio donde vivías? Max Schmeling fue el gran campeón alemán. Fueron memorables sus peleas con Jack Dempsey (LO MIRA) Ya sé, vas a preguntarme si Dempsey era un rabino. Es lo que pensabas, ¿verdad?

SASHA: No. Pensaba que… si esa noche estabas conmigo, los guardias no hubieran apaleado a mi papá.

STEPHAN: Te aseguro que yo nunca lo hubiese permitido.

SASHA: Recuerdo que me subió rápido al tren… para que el oficial no me matara. Y fue en ese tren, cuando desperté, que lo vi llorar.

STEPHAN: No… Olvidate de eso. Ya no pienses… Vamos… vamos a trompear a Kleinman. (SASHA SIGUE TRISTE) ¿Te parece bien Kleinman? ¿No tenés ganas de que le demos su merecido?

STEPHAN MIRA A UN RIVAL IMAGINARIO Y SONRIE.

STEPHAN: ¡En guardia, Kleinman!  (BAILOTEA Y PEGA) ¡Tomá esto, y esto, y esto!

SASHA LO MIRA, COMO VOLVIENDO DE SUS AMARGOS RECUERDOS, CONFUSO. STEPHAN SIGUE PEGANDO AL AIRE.

STEPHAN: ¡Tenés los ojos en compota, Kleinman! ¡Ahora te bajo los dientes! ¡Tomá, imbécil, chupamedias, traidor!

SASHA: (SE ANIMA) ¡Sorete!

STEPHAN: ¡Bien dicho! ¡Sorete! ¡Estocada final (DOBLE JAB AVANZANDO) y Kleinman al piso! Totalmente dormido, sufriendo pesadillas. (A SASHA) Quizás sueñe que su amo alemán pierde la guerra.

SASHA RIE MIENTRAS LE LEVANTA LA MANO A STEPHAN.

SASHA: ¡Una nueva victoria de Kid Fango!

STEPHAN: ¡Django, pedazo de inculto! ¡Django Reinhard! ¡El genio de la guitarra! (RIE) ¿A quién más le doy una paliza? Vamos, aprovechá que tengo los músculos calientes. ¿A quién?

SASHA: A… A Hitler.

STEPHAN: (LE GUSTA) ¿Hitler? Oh, oh, oh… Esa será una pelea muy especial. Sentate y contemplá al campeón. (EN GUARDIA, FRENTE A UN CONTENDIENTE IMAGINARIO) Voy a darte una lección de boxeo, Adolf. ¿Querés saber lo que es un cross de izquierda? (LO TIRA) ¡Esto es! ¿Y qué tal un buen gancho al estómago? (LO TIRA) ¡Y otro! (LO TIRA CON LA OTRA MANO) Ohhhh… veo que te arruiné la digestión. (SASHA RIE) ¿Qué te parece una combinación de jab y directos (TIRA CUATRO GOLPES) ¿Te dolió, estúpido? ¿Se te arrugó el gusano que tenés por bigotito?

SASHA: ¡Arrancale el bigote! ¡Pelo por pelo!

STEPHAN: Eso sería foul, Sasha. No querrás que me descalifique el señor juez.

SASHA: Entonces… ¡aplastale la nariz!

STEPHAN: Eso sí está permitido. ¡Tomá esto, Adolfito! (TIRA DOS DIRECTOS A LA CARA) ¡Y esto! (OTROS DOS GOLPES).

SASHA: ¡Quedó tarado! ¡Acabá con él! ¡Destrozalo! ¡Despanzurralo a ese nazi!

STEPHAN: (JUGANDO, A SASHA) ¿Qué dijiste? ¿Así que Hitler es nazi? (MIRA AL HITLER IMAGINARIO) ¡Odio a los nazis! (Y LE LANZA UNA COMBINACIÓN DE SEIS A OCHO GOLPES RAPIDOS)

SASHA: (VITOREA) ¡Bieeeen! ¡Bravo, campeón! ¡Liquidalo!

SASHA SE CORTA AL VER QUE ENTRA UN SOLDADO ALEMAN, ALGO OBESO, CON SU METRALLETA. STEPHAN NO LO VE Y SIGUE TIRANDO GOLPES.

STEPHAN: ¡Comete ésta, gordito! ¡Y ésta!

EL ALEMAN LO MIRA SIN ENTENDER NADA. SASHA TIRA DE LA MANGA A STEPHAN PARA ADVERTIRLE, PERO ESTE SIGUE EN LA SUYA.

STEPHAN: Esperá, Sasha. Los autógrafos al final. Primero tengo que nockear a Hitler.

EL ALEMAN ABRE LA BOCA, INDIGNADO. SASHA SE TAPA LOS OJOS CON LAS MANOS, COMO NO QUERIENDO VER LO PEOR.

STEPHAN: Y aquí va… el directo mortal de Kid Django. ¡Adiós, Adolfito! (LANZA ESPECTACULAR GOLPE AL AIRE) ¡Y va el tirano a la lona! ¡El juez empieza la cuenta! ¡Uno, dos, tres, cuatro…!

ALEMAN: (FURIOSO) ¡Diez!

STEPHAN: (A SASHA) No te apures, Sasha. Disfrutá de… (SE PARALIZA). (CON TEMOR) Sasha… Sashita… ¿Me parece o te cambió la voz?

SASHA: (AFÓNICO) Un poco.

EL ALEMAN AGARRA POR LA PARTE POSTERIOR DEL CUELLO A STEPHAN (NO SE VEN LAS CARAS).

ALEMAN: ¡Maldito judío! ¡Te atreviste a burlarte del führer!

STEPHAN: (MUY NERVIOSO) Yo… Yo sólo… Yo…

ALEMAN: ¡Cerrá la boca! (LO SUELTA Y LE APOYA EL CAÑO DE LA METRALLETA EN LA CABEZA. STEPHAN CIERRA LOS OJOS, COMO REZANDO) ¡Y ahora preparate! ¡Voy a salpicar la pared con cada gota de tu cerebro!

SASHA REACCIONA Y RECOGE UNA MADERA DEL PISO.

STEPHAN: (AL ALEMAN, SIN MIRARLO) Espere…yo solo estaba jugando… bromeaba… Jamás se me ocurriría ofender al führer.

ALEMAN: (DESTRABA EL ARMA) ¡Estás muerto, judío mentiroso!

SASHA LEVANTA LA MADERA Y SE ACERCA AL ALEMAN COMO PARA GOLPEARLO.

SASHA: ¡Noooooo!

EL ALEMAN GIRA LA CABEZA DE GOLPE Y LE DA UNA PATADA A SASHA, LANZÁNDOLO AL PISO. LE APUNTA CON EL ARMA.

ALEMAN: (A SASHA) Ya no te preocupes por el hambre, animalito piojoso. ¡Porque voy a llenarte la panza de plomo!

STEPHAN: (GRITA) ¡Soltalo!!!

EL ALEMAN MIRA FURIOSO A STEPHAN.

ALEMAN: (IRONICO) ¿Estás pidiendo turno para morir primero? (LO AGARRA DEL BRAZO Y LO ARROJA JUNTO A SASHA. SONRIE) Pero no voy a complacerte. Primero este pequeño cerdo. Después vos.

STEPHAN: (ANGUSTIADO) Por favor… Él es un niño… Máteme, pero a él déjelo ir… Por favor… Dispáreme a mí…

SASHA: ¡No, Stephan! ¡No!

EL ALEMAN MIRA EXTRAÑADO A STEPHAN. DUDA.

ALEMAN: ¿Stephan? ¿Te llamás Stephan?

STEPHAN ASIENTE CON LA CABEZA, NERVIOSAMENTE. EL ALEMÁN AGARRA A STEPHAN POR EL CUELLO Y LO ACERCA A SU CARA.

ALEMAN: ¡Con que Stephan! ¡Te llamás Stephan!

STEPHAN: (CON MIEDO) S… sí.

SASHA: (A STEPHAN) Vamos a morir porque no le gusta tu nombre.

ALEMAN: No… No puedo creerlo… ¡Stephan! ¡Stephan Jacobi! ¿Es que no me reconocés?

STEPHAN: (SORPRENDIDO) ¿Herman?

SASHA MIRA BOQUIABIERTO.

ALEMAN: (CON AFECTO) ¡Stephan! (LO ABRAZA) ¡Mi querido amigo! ¡Tanto tiempo que no te veía!

AL ABRAZARLO QUEDA EL CAÑO DE LA METRALLETA APUNTANDO A STEPHAN, QUIEN SEÑALA EL ARMA.

STEPHAN: ¿Te molestaría…?

ALEMAN: (MIRA SU ARMA) Ah, sí. Disculpá. (SE SEPARA Y CORRE EL ARMA, QUE QUEDA SOBRE SU ESPALDA) ¿Qué andás haciendo por acá?

STEPHAN: ¿Yo? Me… dedico a emprendimientos inmobiliarios. Me dijeron que acá en el gueto se consiguen casas baratas.

ALEMAN: (RIE) Oh, Stephan. El chistoso de siempre. La guerra no te ha cambiado.

SASHA, QUE HA ESTADO VIENDO, SORPRENDIDO, SE DIRIGE A STEPHAN.

SASHA: ¿Ustedes se conocen?

ALEMAN: ¿Conocernos? Formábamos parte del mismo grupo de amigos… en la vieja Berlín.

SASHA: (A STEPHAN) ¿Cómo podés ser amigo de un sucio nazi? (EL ALEMAN LO FULMINA CON LA MIRADA) Nada personal, eh.

EL ALEMAN LO PASA POR ALTO Y SIGUE HABLANDOLE A STEPHAN.

ALEMAN: ¿Te acordás de Peter, el sacacorchos?

STEPHAN: (A SASHA) Abría las botellas de vino con los dientes. (AL ALEMAN) ¿Qué sabés de él? ¿Sigue dando clases de baile en ese club de la Sophiestrasse?

ALEMAN: (GESTO DE PESAR) No. Oficialmente murió peleando con heroísmo en el frente ruso. (CONFIDENCIAL) En realidad… se le congeló el intestino mientras cagaba en la nieve.

GESTO DE ASCO DE SASHA, QUE LOS OTROS NO VEN.

STEPHAN: (SENTIDO) Qué terrible. De veras lo siento, Herman. (PAUSA) ¿Y Hans? ¿Qué has sabido de él?

ALEMAN: ¡Hans! ¡Hans Gerhard! ¡La cantidad de cerveza que se tomaba cuando salíamos de parranda!

STEPHAN: (RIE) ¡Por donde pasaba se agotaba la existencia de cerveza! (A SASHA) A su lado, todos nosotros parecíamos sobrios y mojigatos.

ALEMAN: (RIE, A SASHA)) El muy borrachín siempre andaba de magnífico humor. Era el que animaba todas nuestras fiestas.

SASHA SONRIE FALSO Y VA HASTA UN RINCON DONDE SE SIENTA A MIRARLOS, MENEANDO LA CABEZA.

STEPHAN: ¡Y el que más chicas conquistaba! Me pregunto si seguirá con esa manía de coleccionar novias.

ALEMAN: (DE PRONTO SERIO) Ya no. Lo mataron en Francia. Un atentado de la Resistencia, creo.

STEPHAN: Dios mío. ¿Hans? ¿Muerto?

ALEMAN: Estamos en guerra, Stephan.

SASHA: (SENTADO EN UN RINCON, MURMURA) ¿Había una guerra? De lo que me vengo a enterar.

STEPHAN: Me da miedo preguntar por Wilco. Yo… éramos muy compinches. (LO MIRA) No me digas que él también…

ALEMAN: No, no murió. Peleó en el desierto, con el Afrika Korps. Ahora está de vuelta en Berlín.

STEPHAN: No sabés el alivio que me das. Siempre sentí un gran cariño por él. Recuerdo las veces que jugamos al fútbol contra esos cuadrúpedos de la Juventud Hitlerista.

ALEMAN: (MOLESTO) ¡Cuidado con lo que decís!

STEPHAN: Vamos, Herman. Vos también los llamabas cuadrúpedos, y hasta maricas.

ALEMAN: (TURBADO) Shhh… (MIRA A TODOS LADOS) Eso… era antes.

STEPHAN: ¡Les ganamos seis a cero! ¡Lo furiosos que estaban! Wilco los llenó de goles. ¡Qué número nueve! ¡Qué equipo extraordinario armamos bajo su capitanía! Ojalá algún día volvamos a jugar juntos.

ALEMAN: (SERIO) Fue herido en el frente. Cuando lo visité en el hospital, me enteré de que… le habían amputado las piernas.

STEPHAN LO MIRA CON DOLOR.

STEPHAN: ¿A Wilco? ¿Wilco sin piernas?

ALEMAN: Hablé con él pocos minutos, y me fui rápido con un pretexto. Ni siquiera me atreví a preguntarle cómo se sentía. No sé qué fue de Fritz. Quizás ha muerto también, no lo sé.

STEPHAN: (TRISTE) ¿Por qué, Herman? ¿Por qué? Éramos un grupo tan unido, tan…  lleno de vida. ¿Qué han hecho con nosotros? ¿Cómo dejamos que ocurriera?

ALEMAN: No tuvimos la culpa. Había que defender a la patria.

STEPHAN: ¿Defenderla de qué?

ALEMAN: De… los judíos.

STEPHAN: ¿Y qué te han hecho los judíos? Yo… yo era parte del grupo, Herman. Vos decías que eras mi amigo.

ALEMAN: Y lo sos… (INCOMODO) Lo eras. Es que… No es cosa mía, es la ley. Es por todo lo que ustedes le hicieron a Alemania. El cuchillo por la espalda, la traición.

STEPHAN: (ATONITO) ¿De qué hablás?

ALEMAN: Por culpa de ustedes perdimos la otra guerra, no pelearon como nosotros.

SASHA: (REACCIONA) ¿Ah, no? ¿Y mi tío Motl?

ALEMAN: (LO MIRA) ¿Quién diablos es tu tío Motl?

SASHA: Mamá me mostró una foto de mi tío, que era alemán. Y murió en la guerra. En la foto tenía el uniforme de Alemania, con ese cuernito en el casco.

ALEMAN: (MOLESTO) Sería un disfraz de Carnaval.

STEPHAN: (INDIGNADO, A HERMAN) ¿Y mi padre? Vos sabés que luchó bajo la bandera alemana en Verdún… y que lo hirieron gravemente. Le otorgaron dos veces la cruz de Hierro. Vos mismo las viste en la vitrina de la sala.

ALEMAN: (EVASIVO) No lo recuerdo.

STEPHAN: Lo recordás muy bien, siempre las admiraste. De chico venías a casa y le pedías a mi padre que te dejara tocarlas. Siempre llegabas a la hora de la merienda, porque amabas el strudel con chocolate caliente que te servía mi mamá. ¿Te acordás? Bebías una taza y después la mirabas con ojos de carnero degollado. Ella se reía y volvía a llenártela.

SASHA: Por eso está gordo.

ALEMAN: ¡Vos callate!

STEPHAN: Volabas de fiebre. Tu padre estaba sin trabajo y no podía pagar un médico, pero eso al mío no le importó, y no dejó de atenderte hasta que sanaste del todo. (SE ACERCA) ¿Cuál es ese mal que te hizo, Herman? Explicame por qué me estás hablando de “ustedes y nosotros”, cuando antes solo éramos “nosotros”.

ALEMAN: (ANGUSTIADO) ¿Te creés que no extraño esa época? Nunca fui tan feliz como en aquellos años.

STEPHAN: Pero te alejaste. Te enrolaste en la Juventud Hitlerista.

ALEMAN: ¡Yo no quería! ¡Mi padre me obligó! (PAUSA) Mamá se puso muy mal. A ella no le gustaba Hitler. Decía que era enemigo de la iglesia, que el pastor no hacía más que criticarlo en el púlpito. Vos sabés que ella era una ferviente cristiana, y por eso a veces discutía con mi padre. Él era… más realista, según decía. A él solo le importaba tener un buen trabajo con el que alimentarnos. Sufrió mucho cuando murió mamá.

STEPHAN: ¿Tu madre…? No lo sabía. Lo siento mucho, Herman.

ALEMAN: (CON DOLOR) Fue hace un par de años.  Pude llegar hasta su lecho de muerte. Estaba muy débil. Me acarició la frente y sonrió, pero… la vi mirar con tristeza las calaveras de mi uniforme. Pobre mamá. Ella odiaba todo lo que estaba pasando, odiaba al führer.

STEPHAN: Pero vos lo amás. Por algo estás aquí, con esa metralleta en la mano.

ALEMAN: (AUN SUMIDO EN EL DOLOR) ¿Que amo al führer, decís? ¿Que amo a ese hijo de puta que nos arrastró a esta guerra de mierda? (REACCIONA. MIRA A TODOS LADOS) ¡Mirá lo que me hacés decir! (SE APARTA, VA HACIA LA PUERTA, SE DETIENE Y MIRA A STEPHAN) ¡Andate de aquí! ¡Desaparecé! ¡Escondete en la cloaca más profunda que puedas encontrar!

STEPHAN: Pero…

ALEMAN: ¡Ya no hables! ¡Huí! ¡Hacé oídos sordos a cuanta promesa te hagan los oficiales! ¡Aunque te ofrezcan un pan y el mejor queso! ¡No les creas! ¡Huí, y llevate a este mocoso con vos!

SASHA: ¡Mocoso tu culo!

STEPHAN: ¡Sasha!

ALEMAN: Adiós, Stephan. Suerte.

STEPHAN TOMA UNA TAZA, RECOGE RAPIDAMENTE AGUA DEL BALDE, QUE ESTÁ SOBRE LA MESA.

STEPHAN: Herman… (ELEVA LA TAZA) ¡Por los viejos tiempos!

ALEMAN: (ASIENTE, SONRIE TRISTE) Por los viejos tiempos.

TRUENA UNA VOZ ALGO LEJANA QUE VIENE DE AFUERA.

VOZ: ¡Herman! ¡Dónde te metiste, gordinflón! ¿Encontraste alguna rata judía?

HERMAN: (TENSO) ¡No! ¡Ninguna rata judía! (A STEPHAN, POR LO BAJO) Nada personal, eh. (Y SE VA)

STEPHAN DEJA CAER LA TAZA DENTRO DEL BALDE, DESALENTADO.

STEPHAN: (MURMURA) Nada personal.

SASHA: (SE ACERCA) Lindos amiguitos tenías en la escuela. ¿Qué más? ¿Jugabas a la mancha con Hitler?

STEPHAN: No es tan simple como creés, Sasha.

SASHA: Para mí es muy simple. Un alemán es un nazi. Les gusta matarnos.

STEPHAN: No todos son así. Te hablé de Max Schmeling, ¿verdad?

SASHA: ¿El campeón de box?

STEPHAN: Una vez, hace mucho, hablé con un entrenador. Me dijo que siguiera practicando, y que lo viera en un año, que quizás me tomaba como su pupilo. Era un buen hombre. Él conocía a Schmeling y me contó algo sobre él, en confidencia. Me dijo que el campeón tenía un sastre judío, y que lo apreciaba tanto que lo ayudó a escaparse a Norteamérica, con toda su familia.

SASHA: ¿En serio?

STEPHAN: No fue el único. Dicen que hubo otros que han desafiado a la Gestapo para ayudar a judíos. Hay más alemanes decentes de lo que imaginás, Sasha. El resto, solo tiene miedo, miedo de que les hagan lo mismo que a nosotros. Pero… algún día van a despertar. Se hartarán de tanto odio, tanta injusticia. Se levantarán contra el opresor, y ese día tendremos un mundo nuevo. Ya no existirán arios, ni judíos, sino simplemente hombres conviviendo en paz. Esa es mi esperanza, Sasha. Mi sueño. ¿Acaso es malo soñar?

VUELVE A TRONAR LA VOZ, A LO LEJOS.

VOZ: (GRITA) ¡Ajtum! ¡Halt!

Y SONIDO DE AMETRALLADORA.

SASHA: Sonó el despertador.

ENTRA RAPIDO ZALMAN PORTANDO UN FUSIL, MIRANDO HACIA AFUERA, ESCONDIENDOSE.

ZALMAN: ¡Casi me sorprende ese maldito nazi!

STEPHAN: ¡Zalman!

ZALMAN: ¡Stephan! ¡A moverse! ¡Llegó la hora!

STEPHAN: ¿Estás loco? ¿Qué hacés con ese fusil?

ZALMAN: Se abrió la temporada de caza para patos. ¿Qué creés que hago, tonto? Los alemanes vienen por una nueva redada. Van a liquidar el gueto y a mandarnos a todos a Treblinka. Anielewicz ha ordenado la resistencia.

SASHA: ¡Por fin vamos a pelear!

STEPHAN: (A SASHA) ¡Vos callate! (A ZALMAN) ¿Están borrachos o qué? ¿Pelear contra los alemanes? ¿No se dan cuenta de que van a matarlos?

ZALMAN: ¿En serio? Ya mismo corro a explicarle al comandante Anielewicz que Stephan Jacobi dice que van a matarnos. No se nos había ocurrido.

STEPHAN: No es momento para chistes.

ZALMAN: Ni para charlas sin sentido. Vení con nosotros, necesitamos toda la gente joven que podamos reunir.

SASHA: ¡Yo voy! ¡Quiero pelear!

ZALMAN: (SONRIE) ¿Qué edad tenés, hijo?

SASHA: ¡Dieciocho!

STEPHAN: ¡Quince!

SASHA: ¡Diesciséis… casi!

ZALMAN: ¿Están negociando?

STEPHAN: (A ZALMAN) ¡Es una locura! ¡Yo no tengo armas! ¿Con qué iría a pelear?

ZALMAN: Con las que les arranquemos a los nazis, teñidas con su propia sangre. No podemos ser exquisitos, Jacobi. Vamos de una vez, hay mucho que hacer.

STEPHAN: Olvidate, no soy suicida.

ZALMAN: ¿Qué? ¿No vas a unirte a la lucha?

STEPHAN: ¿De qué lucha me estás hablando? No duraríamos ni diez minutos frente a los alemanes. 

ZALMAN: Muy bien, muy bien. Ya veo que admirás a los alemanes. ¿Qué vas a hacer entonces? ¿Sentarte aquí con tu guitarrita, para canturrear el (CANTA) Deutschland Deutschland über alles… hasta que vengan a degollarte?

STEPHAN: Te equivocás. No pienso quedarme en este mugroso lugar, tengo otros planes.

ZALMAN: Lo imagino. Huir.

STEPHAN: ¿Me culpás?

ZALMAN: No, claro que no. Es tu elección. Pero si lográs escapar, si podés atravesar el cerco de las SS y la policía polaca… prometeme al menos que vas a contar todo lo que viviste en este infierno.

STEPHAN: ¿Contarle? ¿A quién?

ZALMAN: Al mundo entero.

STEPHAN: (SONRIE CINICO) El mundo no necesita más historias de horror. ¿Te creés que a alguien le importa lo que sufrimos en este matadero? Masacre de judíos en Polonia. Más pogrom, más genocidio. Una mancha más no le hace al tigre.

ZALMAN: (ENOJADO) Lo que es por mí, Stephan, podés ir yéndote a la misma mierda. No necesitamos cínicos, sino héroes.

STEPHAN: No pienso escuchar más tonterías. ¡Al diablo con ese cretino de Salluzi! En cuanto llegue Lena, nos vamos con Sasha por las cloacas. Ojalá entres en razón y nos acompañes.

ZALMAN: Ni en sueños te seguiría.

SASHA: Yo tampoco.

STEPHAN: (LO MIRA) ¿Qué dijiste, Sasha?

SASHA: Me quedo, a pelear.

STEPHAN: ¿Es que te volviste demente? ¡Ni pienses que vas a quedarte aquí! Le juré a tu padre que…

SASHA: ¡No me importa lo que juraste! ¡Me quedo!

ZALMAN: Calma, hijo. Stephan tiene razón. Sos muy joven, y si tenés la oportunidad de salir deberías…

STEPHAN: (A SASHA) ¿Ves? Hasta Zalman lo dice. No podés quedarte a morir en una lucha sin esperanza.

SASHA: Yo me quedo. No soy un cobarde que huye.

STEPHAN: (HERIDO) ¿Qué estás diciendo? ¿Qué soy un cobarde? ¿Eso es lo que querés decir, Sasha?

SASHA: No lo digo. (PAUSA) Lo pienso.

STEPHAN LO MIRA SIN SABER QUE DECIRLE. MIRA A ZALMAN, QUE SE ENCOGE DE HOMBROS. LLEGA OTRO GUERRILLERO MAS JOVEN CON UNA PISTOLA EN LA MANO.

GUERRILLERO: ¡Zalman! ¡Los nazis rodean la fábrica de cepillos! ¡Ya están llevándose gente a la Umschlagplatz... para cargarlas en el tren!

STEPHAN: (IMPACTADO, AL GUERRILLERO) ¿Qué dijiste? ¿La fábrica de cepillos? ¡Pero... ahí trabaja Lena! ¡No pueden llevársela! ¡Debe haber un error!

ZALMAN: (IRONICO) ¿Tu Lena es judía?

STEPHAN: Claro.

ZALMAN: Entonces no hay error.

STEPHAN: ¡No entendés, Zalman! ¡No pueden llevarse a Lena! ¡Tiene una tarjeta de trabajo!!!

ZALMAN: (RIE) ¡Una tarjeta de trabajo! ¡Iluso! ¡Empezó el pogrom! ¡Las tarjetas no valen nada!

STEPHAN: (HORRORIZADO) ¡Si le llegan a tocar un pelo...! (GRITA) ¡Un solo pelo!!!

STEPHAN SALE CORRIENDO HACIA AFUERA.

ZALMAN: ¡Esperá! ¡No podés ir allá como un maldito loco! ¡Tenemos una estrategia! ¡Esperáaaa!

ZALMAN Y GUERRILLERO LO SIGUEN. SASHA SONRIE EMOCIONADO.

SASHA: Así es como te necesito… Fuerte, heroico… Lucharemos juntos, Stephan... como si realmente fueras mi hermano... Yo te defenderé, y vos me defenderás... Seremos uno...

MIRA LA GUITARRA. LA AGARRA.

SASHA: Voy a escuchar tus canciones cada vez que vayamos a la lucha... cada vez que necesite valor... (EXALTANDOSE) Voy a tocar tu guitarra si me enseñás... y a cantarte… y a cantar a nuestros soldados, a darles aliento... ¡Seré el redoble de tambor que marcha a la guerra! (GRITA) ¡Voy con vos, Stephan! ¡Voy con vos!

Y SALE CORRIENDO CON LA GUITARRA. SE OSCURECE EL ESCENARIO Y ESCUCHAMOS ALGUNOS DISPAROS LEJANOS. LA VOZ EN OFF DEL RELATOR CON UNA PROCLAMA:

RELATOR: ¡Pueblo, despierta y lucha por tu vida!  ¡Que cada madre se convierta en una leona que defiende a sus hijos! ¡Que ningún padre se quede viendo morir a sus niños sin hacer nada! ¡Que cada casa se convierta en una fortaleza! ¡Pueblo, despierta y lucha! Tu salvación está en la lucha. ¡Nos levantamos en el nombre de la dignidad y de la vida, de los indefensos, a quienes queremos salvar!

 

TERCERA PARTE

SE ILUMINA EL ESCENARIO. EN UN RINCON, SOBRE UNO DE LOS COLCHONES, ESTÁ STEPHAN ABRAZANDO A UNA CHICA, AMBOS DORMIDOS. SASHA ACOSTADO EN EL OTRO COLCHON, TAPADO CON UNA MANTA. DE PRONTO SASHA DESPIERTA ANGUSTIADO Y SE SIENTA TOMÁNDOSE LA AXILA IZQUIERDA, DOLORIDO.

SASHA: Stephan... ¿Dónde estás? ¡Stephan!

STEPHAN DESPIERTA. SE INCORPORA Y CORRE HACIA ÉL.

STEPHAN: Tranquilo. Estoy aquí.

SASHA: Pensé que me habías dejado solo.

STEPHAN: ¿Te volviste loco, Sasha? ¿Creíste que te abandonaría? Vamos... recostate.

SASHA: No, ya no quiero estar acostado.

STEPHAN: Al menos dejame acomodarte el almohadón. ¿Te duele?

Y LE COLOCA UN ALMOHADON PARA QUE QUEDE SENTADO. SASHA HACE UN GESTO DE DOLOR.

SASHA: Sí… cuando me muevo siento un pinchazo muy fuerte. Ya no lo aguanto.

STEPHAN: El doctor te sacó la esquirla. La guardé para vos. Te la muestro si querés.

SASHA: Decime si me voy a curar.

STEPHAN: Ya oíste al doctor. Tenés que descansar... es todo. Darte la buena vida. Y no sigas hablando que vas a despertar a Lena. La pobrecita está agotada.

SASHA: Debe tener frío. Dale mi manta, Stephan.

STEPHAN: No la necesita. Vos sí.

SASHA: Dásela.

STEPHAN: (SONRIE) ¿Desde cuándo tanta consideración para con mi Lena? Según recuerdo sólo hablabas pestes de ella. La odiabas.

SASHA: No la odiaba. Es sólo que… no la quería. Es distinto.

STEPHAN: Uuuuuhhh, sí. Muy distinto. Estabas celoso de ella. Admitilo.

SASHA: ¡Dale la manta!

SASHA SE AGARRA LA HERIDA, CON DOLOR.

STEPHAN: Tranquilo. De acuerdo. Se la doy si es tu deseo.

STEPHAN TOMA LA MANTA Y LA PONE SOBRE LENA. LE DA UN BESO Y VUELVE CON SASHA.

SASHA: Quizás… estaba un poco celoso.  Pero ahora no. Ahora ella me cae mejor que vos.

STEPHAN: Bueno, bueno... Veo que empezás a hablar en nombre de tus hormonas. Estás creciendo, Sasha. (CAMBIA, LO MIRA CONMOVIDO) Creciste mucho en estas últimas semanas. Desde aquel día.

SASHA: Sí, el día en que te volviste loco.

STEPHAN: Perdí la cabeza cuando vi a Lena con las manos en la nuca, rodeada de ametralladoras. Pensé que iban a matarla.

SASHA: Raro que no te mataran a vos.

STEPHAN: Creo que se sorprendieron al verme. No podían creer que alguien les gritara en alemán, y que ese alguien fuera un judío rabioso.

SASHA: Por suerte llegamos nosotros... bien armados.

STEPHAN: ¿Bien armados? Vos sólo llevabas una guitarra. ¡Mi guitarra!

SASHA: Yo te la regalé. La traje… (TOSE)

STEPHAN: (MIRA AL CIELO) De contrabando, ya sé. (RIE) Lo tonto que te veías en medio del tiroteo, esgrimiendo la guitarra como si fuese un fusil.

SASHA: (MOLESTO) Al final todos se burlaron de mí. Eso no me gustó.

SASHA TOSE MÁS FUERTE Y SE AGARRA LA HERIDA.

STEPHAN: Tranquilo, nadie se burlaba. Necesitábamos reír un poco, eso fue todo. Anielewicz te pidió que tocaras algo, y me pasaste la guitarra sin decir palabra.

SASHA: Es que estaba nervioso. Además, vos sos el que toca. (LO MIRA) ¿Qué fue lo que cantaron?

STEPHAN: El Hatikvah. Es el himno del grupo de Anielewicz.

SASHA: Yo no sabía la letra.

STEPHAN: Y yo más o menos. Algunas palabras que me había enseñado Lena.

SASHA: ¿Ves? Cuando Lena te lo pide cantás en yiddish.

LENA DESPIERTA Y SE DESPEREZA SIN QUE ELLOS LO NOTEN.

STEPHAN: No seas tonto. La canción es en hebreo. Es distinto.

SASHA: No entiendo por qué.

STEPHAN: El yiddish es el idioma de los que bajan la cabeza y marchan hacia el matadero... sin luchar.

SASHA: El yiddish es mi idioma... y he luchado.

STEPHAN: (LO MIRA, ASIENTE) Tenés razón. Como siempre, tenés razón.

LENA SE INCORPORA.

LENA: (LLENA DE VIDA) ¡No sólo ha luchado, además, es un héroe!

SASHA: (SONRIE) Lena...

STEPHAN: ¿Te desperté charlando con este zoquete? Lo siento, amor.

LENA: Me desperté porque a veces la gente despierta. (ELLA Y STEPHAN SE DAN UN BESO EN LOS LABIOS. ELLA SEPARA) ¡Y en este caso, para rendir homenaje al gran Sasha!

STEPHAN: (A SASHA) Ahora sé por qué la adorás.

LENA: Distinguido público... (HACE UNA REVERENCIA A UN LADO Y A OTRO, A UN PUBLICO IMAGINARIO) Voy a relatar el acto heroico que ha puesto el nombre de Sasha entre los más ilustres del Levantamiento del Gueto.

STEPHAN: ¿Otra vez?

SASHA: Sí, sí... Quiero oírlo.

STEPHAN: Veo que se han confabulado para volverme loco.

LENA EMPIEZA A RELATAR CON ADEMANES.

LENA: Éramos un grupo muy inexperto de quince comandos entre hombres, mujeres y niños... apenas armados con cuatro bombas molotov.

STEPHAN: Cinco fue en el último relato.

LENA: Cuatro, cinco... ¿qué importa? (INTERPRETA SU RELATO, AVANZANDO AGAZAPADA) La orden era no dejar que pasaran los nazis por la calle Zamenhoff. Todos estábamos en silencio, expectantes. Fue entonces cuando los adoquines empezaron a vibrar como si despertara un terremoto... un rugido cada vez más atronador... (MIRA A SASHA) ¿Qué era?

SASHA: ¡Un tanque de guerra! Seguido por soldados nazis.

LENA: Exacto. Cumplimos con la estrategia del comandante Anielewicz de esperar agazapados hasta que se acercara el tanque. Así lo hicimos... y a la voz de ataque nos lanzamos en furiosa carga contra el monstruo de acero.

STEPHAN: Muy poético. ¿Pensaste en reescribir Don Quijote?

SASHA: Esto pasó de verdad, Stephan. Mientras vos y tu grupo defendían la plaza Muranowsky.

STEPHAN: (SERIO) Lo sé. De haber imaginado que ustedes dos se verían envueltos en la lucha...

LENA: (A STEPHAN) Silencio. Me arruinás el clima.  (A SASHA) ¿Por dónde íbamos?

SASHA: ¡Atacamos al tanque!

LENA: Así es. De pronto, comenzó el tableteo de una ametralladora y hubo explosiones de granada, pero seguimos avanzando. Yo arrojé mi botella, con tan mala suerte que rebotó en la torreta y fue a dar al piso. Entonces miro a mi izquierda y, ¿qué veo? El comando Sasha, herido por la esquirla de una granada, que se acerca a mí para alcanzarme una molotov lista para ser lanzada. Aprovecho esta segunda oportunidad y la tiro con más fuerza... (ADEMAN DE TIRAR Y AGAZAPARSE) ¡Kabooooommm...!!! ¡Y el tanque se transforma en una antorcha! ¡Se mueve unos pocos metros más para quedar como chatarra crujiente! ¿Y los soldados alemanes qué hicieron?

LENA Y SASHA: (AL UNISONO) ¡Huyeron!!!

SASHA EMPIEZA A TOSER MIENTRAS SE TOMA LA HERIDA. CON DOLOR. ELLA SE LE ACERCA. STEPHAN MIRA PREOCUPADO.

LENA: (A SASHA) Tranquilo.

SASHA DEJA DE TOSER Y MURMURA ALGO ININTELIGIBLE, COMO DELIRANDO. ELLA LO MIRA Y LE TOCA LA FRENTE.

LENA: (PREOCUPADA, A STEPHAN) Vuela de fiebre.

STEPHAN: Lo sé.

LENA: ¿Qué podemos hacer, Stephan?

STEPHAN: No mucho. Al doctor lo mataron ayer en una emboscada. Iba a atender a un herido.

SUENA UN BOMBAZO MUY CERCA. ELLA SE TAPA LOS OIDOS, ANGUSTIADA.

LENA: ¡Otra vez los malditos cañones! (MIRA A STEPHAN) Tenemos que sacar a Sasha de aquí. Llevarlo a un lugar seguro.

STEPHAN: (IRONICO) ¿Un lugar seguro? ¿En el gueto?

ENTRA ZALMAN CON EL GUERRILLERO, AMBOS ARMADOS. STEPHAN REACCIONA TOMANDO SU REVOLVER.

ZALMAN: Tranquilo, Stephan. Somos nosotros.

STEPHAN: (AUN ASUSTADO) ¡Zalman! ¡Maldita sea! ¿Por qué entrás así???

ZALMAN: Cuando coloques una puerta golpearé en ella. Ahora no perdamos más tiempo, tienen que evacuar. Nos reagrupamos en la calle Mila.

STEPHAN: ¡Ahora es imposible! ¿No escuchaste las bombas? (GUARDA EL REVOLVER EN SU CINTURA)

ZALMAN: Son órdenes. Los alemanes van a barrer esta zona. Por eso empezó el bombardeo. (SE ACERCA) ¿Cómo está Sasha?

LENA: Tiene mucha fiebre. No va a poder caminar.

ZALMAN: (AL GUERRILLERO) Vamos a cargarlo.

ZALMAN Y EL GUERRILLERO AGARRAN A SASHA PERO CUANDO INTENTAN LEVANTARLO EL CHICO GRITA DE DOLOR, MEDIO INCONSCIENTE.

LENA: (GRITA) ¡Lo van a matar! ¡Déjenlo en paz!

STEPHAN SE ACERCA A ZALMAN, CONFIDENCIAL.

STEPHAN: Hay una esquirla que no pudieron sacarle, la herida es muy profunda. Si se mueve...

ZALMAN SUSPIRA DESALENTADO.

ZALMAN: Tenemos que dejarlo aquí. Lo siento.

STEPHAN TARDA UNOS INSTANTES EN REACCIONAR.

STEPHAN: ¿Cómo que lo sentís? ¿Qué estás diciendo? ¿Abandonar a Sasha? ¿Aquí?

LENA: (SE ACERCA. LOS MIRA, AZORADA) ¿Están locos? ¡No pueden dejarlo! ¡Lo harían pedazos! (A ZALMAN) ¡Si no lo matan las bombas… los nazis van a fusilarlo!

ZALMAN: ¡No entendés, Lena! ¡Él ya está muerto! ¡Igual que todos nosotros!

LENA: ¡Nooooooo! (CORRE A PROTEGER A SASHA CON SU CUERPO) ¡Nadie va a abandonarlo! ¡Nadie!!!

SASHA GRITA ALGO DELIRANDO Y ELLA LE SECA LA FRENTE.

LENA: Tranquilo, Sasha... Tranquilo... Yo te voy a cuidar.

SASHA SE CALMA Y SIGUE DORMIDO, ELLA LO ATIENDE.

STEPHAN: (A ZALMAN) Corramos el riesgo, Zalman. Lo vamos a llevar con gran cuidado. Es mejor eso que condenarlo a una muerte segura.

ZALMAN SE LLEVA A STEPHAN APARTE Y LE HABLA BAJO.

ZALMAN: Son varias las calles hasta la entrada de la cloaca que nos lleva a Mila, muchos escombros que sortear, y está plagado de alemanes. Si Sasha despierta y grita nos matan a todos.

STEPHAN: ¡No me vengas con esa mierda! ¡Dije que nos arriesgamos!

ZALMAN: (GRITA) ¡Son las órdenes del comandante Anielevicz! ¡Nos reagrupamos para contraatacar! ¿Acaso no te das cuenta? ¡Es nuestra última carga antes de morir! ¡Tenemos que decirle al mundo que no nos rendimos... que debe luchar hasta derrotar al invasor!

STEPHAN LO MIRA EN SILENCIO, ABRUMADO. ZALMAN VUELVE A BAJAR LA VOZ.

ZALMAN: Mientras resistimos, algunos escaparán por las cloacas al lado cristiano. Hay patriotas polacos que van a ayudar. (POR LENA) Si querés que ella tenga una oportunidad... tenés que hacer algo.

STEPHAN: (CONFUSO) Pero... ¿qué? ¿Qué es lo que tengo que hacer?

ZALMAN: Tenés un arma... (ZALMAN SACA EL REVOLVER DE LA CINTURA DE STEPHAN Y SE LA PONE EN LA MANO). Usala.

STEPHAN: (INCREDULO) ¿Querés que... mate a Sasha?

ZALMAN: Es terrible, lo sé.  Pero su agonía puede ser aun peor. No hay otra salida.

STEPHAN: Tiene que haber otra forma.

ZALMAN: Si ves alguna que yo no… decímela. Vamos... decime una al menos.

STEPHAN QUEDA MUDO. NUEVO CAÑONAZO Y CAE ALGO DE POLVO. MIRAN HACIA EL TECHO, TENSOS.

ZALMAN: Se están acercando. Decidite.

STEPHAN: (ANGUSTIADO) Pero es que... yo... no puedo... No puedo.

ZALMAN AMAGA SACARLE EL ARMA.

ZALMAN: Entonces lo hago yo.

STEPHAN: (LE APARTA LA MANO) ¡No!

STEPHAN LO MIRA. LUEGO DE UN INSTANTE, ASIENTE.

STEPHAN: Andate... y llevate a Lena. Los veo en Mila.

ZALMAN LE PALMEA EL HOMBRO.

ZALMAN: Hacelo rápido. Ni siquiera trates de hablarle. (SE DIRIGE AL GUERRILLERO) Sacala de aquí.

EL GUERRILLERO VA HASTA LENA, QUE ESTA ARRODILLADA JUNTO A SASHA, LA TOMA DE LOS BRAZOS Y LA LEVANTA.

LENA: ¿Qué hacés? ¡No! ¡Yo no me voy! ¡Stephan! ¡No! ¡Soltame!

ELLA SE SUELTA Y VA HASTA STEPHAN, VE SU REVÓLVER EN LA MANO.

LENA: (HORRORIZADA) Stephan… ¿qué vas a hacer?

STEPHAN MUY TENSO. ZALMAN Y EL GUERRILLERO VUELVEN A AGARRARLA Y SE LA VAN LLEVANDO HACIA AFUERA.

LENA: (GRITA, DESESPERADA) ¿Qué vas a hacer, Stephan??? ¡Por Dios!!! ¿Qué vas a hacer??? ¿Qué vas a hacer???

ZALMAN DEJA QUE EL GUERRILLERO SE LA LLEVE. A LO LEJOS AUN SE ESCUCHA EL GRITO DE LENA. ZALMAN MIRA A STEPHAN, COMPRENSIVO. Y SALE TAMBIEN. STEPHAN MIRA SU ARMA. SE ACERCA A SASHA, QUE ESTA DORMIDO. LO MIRA. SE LLEVA LA MANO A LA BOCA COMO PARA CONTENER UNA ARCADA. NO RESISTE Y VA HASTA UN RINCON A VOMITAR. QUEDA SENTADO, PENSATIVO. UN CAÑONAZO RESUENA Y CAE ALGO DE MAMPOSTERIA. SE LEVANTA Y VUELVE JUNTO A SASHA. OTRO CAÑONAZO. APUNTA A SASHA CON EL ARMA, A LA CABEZA. LE TIEMBLA LA MANO. RESPIRA HONDO Y PARECE DECIDIDO A DISPARAR. DE PRONTO, SASHA EMPIEZA A HABLAR COMO ENTRE SUEÑOS.

SASHA: ¿Papá? ¿Sos vos, papá?

STEPHAN ESTUPEFACTO.

SASHA: ¿Venís a darme mi beso? Dámelo ya, papá... Tengo mucho sueño... Debo descansar... Mañana es domingo y quiero que me lleves al parque... Quiero jugar a la pelota con vos... y que me compres dulces... Dame mi beso, papá...

STEPHAN ESTA DESTROZADO. CAE DE RODILLAS Y LE DA A SASHA UN BESO EN LA FRENTE.

SASHA: Ahora puedo dormir... y tener buenos sueños... Falta que me cuentes un cuento, papá… Tus cuentos son muy lindos…

MIENTRAS SASHA HABLA, STEPHAN SE PONE DE PIE FUERA DE SI, DA UNOS PASOS, VUELVE Y ARROJA FURIOSO EL ARMA CONTRA LA PARED.

SASHA: ¿Qué es ese ruido? ¿Se cayó una silla?

STEPHAN: (LO MIRA, VOZ QUEBRADA) Mirá que sos tonto. Están bombardeando... y te preocupás por una silla.

SASHA PARECE DESPERTAR, PERO AUN ESTA ALGO OBNUVILADO POR LA FIEBRE.

SASHA: ¿Quién sos? ¿Papá?

STEPHAN SE SIENTA EN EL PISO JUNTO A EL.

STEPHAN: Como si lo fuera. Le prometí que te cuidaría.

SASHA: (SONRIE, DEBIL) ¡Stephan! Es verdad. Desde que murió... no lo extraño tanto gracias a vos.

STEPHAN: Ahora dormí. No tengas miedo. Yo voy a estar aquí... con vos.

SASHA: ¿De veras no te vas a ir?

STEPHAN: Dije que no te abandonaría nunca. Vamos, dormí.

ALGUNOS CAÑONAZOS Y CAE MAS MAMPOSTERIA. STEPHAN CUBRE A SASHA, HASTA QUE PASA TODO.

SASHA: Es mucho el ruido, así no puedo dormir. Cantame.

STEPHAN: ¿Qué?

SASHA: Cuando no podía dormir… mi madre me cantaba una canción. Vamos, sólo una. No te pido más.

STEPHAN: Es que... no tengo mi guitarra. ¿Te acordás? Le cayó una viga encima. Sólo quedó madera astillada.

SASHA: Es una guitarra hermosa. Yo te la regalé...

STEPHAN: (EMOCIONADO) Y la trajiste de contrabando.

SASHA: Por favor... una canción... aunque sea en voz baja.

STEPHAN: Está bien... sólo una. Decime cuál querés escuchar.

SASHA: (PAUSA) Ya sabés.

STEPHAN: (LO MIRA) Sí... ya sé.

ANTES DE QUE PUEDA INTENTARLO, SE DESATA UNA ANDANADA DE CAÑONAZOS, CAE MUCHA MAMPOSTERIA Y STEPHAN SE APRESURA A CUBRIR CON SU CUERPO A SASHA. NUEVAMENTE EL SILENCIO. STEPHAN MIRA A SASHA, QUE YA NO SE MUEVE. LO SACUDE SUAVEMENTE, ANGUSTIADO.

STEPHAN: Sasha... Sasha...

STEPHAN COMPRENDE, SE QUEDA MIRANDOLO. LO TOMA ENTRE SUS BRAZOS TIERNAMENTE, Y LO ABRAZA. TRATA DE NO LLORAR. EMPIEZA A CANTAR, CON VOZ QUEBRADA.

STEPHAN: Bay mir bistu sheyn,

                    Bay mir hos tu heyn,

                    Bay mir bistu eyner oyf der velt. 

(http://asechka.com/bei-mir-bistu-shein-yiddish/)

LA LUZ SE APAGA DE GOLPE Y ESCUCHAMOS UNA VIEJA GRABACION DE “BEI MIR BIST DU SHEIN” EN RITMO DE SWING.

Bei mir bist du shein, please let me explain

Bei mir bist du shein means that you're grand

Bei mir bist du shein, again I'll explain
it means you're the fairest in the land…
(https://www.youtube.com/watch?v=Xe2UXccid40)

 DURANTE LA CANCION SE ENCIENDEN LAS LUCES Y VAN APARECIENDO LOS ACTORES PARA SALUDAR AL PUBLICO AL RITMO DE LA MUSICA.

 

                                                             FIN